Algunos casos.
“Para Fidel Prieto Estrada, ejemplo de dignidad y resistencia, con una historia de lucha por la tierra en Tlacojalpan, la cual pronto, muy pronto estará a disposición de todos”.
En los inicios de la década de los veinte la confrontación terrateniente- agrarista alcanzó su fase superior. Dentro de esta disputa en el cantón de Cosamaloapan, la figura del rebelde y luchador a favor de la Revolución, Pascual Casarín, fue sobresaliente. Casarín ganó un espacio relevante en todo el bajo Papaloapan, pero a partir de 1920 comenzó sus alianzas con terratenientes. Uno de los primeros ejemplos fue la oposición que tuvo al reparto agrario en El Mesón y El Naranjal y, de manera abierta, protegió las propiedades de los dueños de los ingenios San Francisco y el Naranjal; la hacienda de “San Rafael” de Pastora Mulato y los ranchos “La Providencia”, de Ángel Rodríguez y “San Felipe”, de Nicolás Pereda. Su máximo logro en este terreno fue asesinar en 1921 al destacado luchador agrario Ángel R. Cabada, quien había promovido, entre otras acciones, la conformación del sindicato “Paso al Progreso” en Chacaltianguis en 1918. Es obvio que la fama que obtuvo Pascual Casarín bajo el apoyo del jefe de operaciones militares del estado de Veracruz, Guadalupe Sánchez, le valió el reconocimiento y contratación para los servicios de protección de propiedades de los terratenientes del cantón. El más conocido e importante fue el realizado con el español Francisco Lagos Quevedo, quien durante el Porfiriato concentró miles de hectáreas. Este terrateniente mantuvo una oposición abiertamente, desde el principio, contra el proceso revolucionario y buscó a través de múltiples medios mantener el esquema establecido durante el régimen porfirista. Bajo la acción de un arrendatario el coronel Pascual Casarín se convirtió, desde finales de la primera década del siglo XX en protector de la hacienda San Francisco Oyozontle, de Lagos Quevedo, y de ahí nace la confrontación con los agraristas de las colonias agrícolas de San Francisco y Cerro Colorado, las que estaban dentro de las propiedades de la gran hacienda y que, bajo la aplicación de la ley agraria promovida por Venustiano Carranza, habían logrado, de manera provisional, una dotación de 450 hectáreas, proporcionada por la Comisión Nacional Agraria. Sin embargo en 1923 el problema encabezado por una parte por Lagos Quevedo y Casarín y por el otro por los agraristas de las colonias, llegó a su estado más crítico, ya que Pascual Casarín no acató las resoluciones agrarias, irrumpió en las tierras con un grupo mayor a cincuenta personas y destruyó siembras de plátanos, así como introdujo ganado vacuno, que se encargó de consumar la destrucción de todos los cultivos que los colonos venían realizando desde hacía tres o cuatro años. Ante tal situación los afectados presentaron su queja al general Álvaro Obregón, presidente de la República y al coronel Adalberto Tejeda, gobernador del estado. La Presidencia de la República comisionó al mayor Andrés Salas Gurría para que inspeccionara los terrenos donde los agraristas señalaban los sucesos que afectaban sus intereses. En el reporte expresado por Salas Gurría aseveraba, en primer término, que el coronel Pascual Casarín había invadido los terrenos de San Francisco Oyozontle y Cerro Colorado y que mantenía un número aproximado de cien cabezas de ganado vacuno, tanto de cría como de vientre. También mantenía de cincuenta a sesenta hombres, quienes realizaban trabajos de desmonte que afectaban las plantaciones de plátanos y árboles frutales. Que para el caso del plátano comprendía al menos cinco mil surcos, de un total de cuatrocientos mil. Por otra parte, agregaba el comisionado que investigó con personas ajenas al conflicto que las citadas propiedades en disputa pertenecieron a Francisco Lagos Quevedo quien, de manera ventajosa, arrendó a Pascual Casarín. Que tan sólo en esa hacienda poseía más de cinco mil hectáreas y que tenía el reconocimiento de la población como el terrateniente más grande de la zona. Estamos ante una situación de mayor arrogancia del poder vigente en los últimos años de la Revolución, con uno de los terratenientes más poderoso de la zona de origen español, con el represor más conocido, lograron paralizar de manera temporal el proceso de la reforma agraria en el cantón de Cosamaloapan. La situación que se vivía en 1923 era complicada y, a su vez contradictoria, ya que Álvaro Obregón mantuvo cierta distancia con el reparto agrario, que promovió Carranza y en su momento el gobernador Tejada, quien mantuvo un apoyo abierto a los agraristas veracruzanos. Por otra parte es evidente la incapacidad de los gobiernos municipales o las juntas de administración civil ante la embestida que promovían los terratenientes, apoyados de manera cautelosa o abierta por las autoridades federales. La apuesta de los terratenientes era prolongar el proceso de repartición de la tierra para que el campesinado se desgastara. Además en 1923, si bien Adalberto Tejeda había logrado la conformación de la Liga de Comunidades Agrarias, también se obtuvo el desarme de los beneficiados, éxito que se anotaron los terratenientes, ya que este hecho permitió proceder contra los campesinos de manera directa. Por eso, entre los años de 1920 y 1923, tres de los cuatro años del primer gobierno de Adalberto Tejeda, fueron de enfrentamientos entre terratenientes y campesinos. Los primeros apoyados por Guadalupe Sánchez, jefe de operaciones militares en el estado y por el presidente de la República, Álvaro Obregón, y los segundos por Tejeda. De ahí que podemos explicar que durante los primeros años de la década de los veinte se acrecentaron los problemas relacionados con el reparto agrario. Esto cambió; eran años de rumbos indefinidos y las coyunturas políticas eran muy variadas. El año de 1923 fue crucial porque Obregón visualizó la división con Adolfo de la Huerta y la rebelión, la que tuvo como espacio de desarrollo el estado y, en especial, el puerto de Veracruz. En consecuencia consideró pertinente apoyar a Tejeda por sus influencias en la organización campesina y la necesidad de contar con ella, con el fin de contrarrestar el movimiento rebelde. En otras palabras, Obregón actuó de acuerdo a las circunstancias. Cuando le convino apoyo a Tejeda y en otras a Guadalupe Sánchez, todo era reflejo de una realidad llamada indefinición revolucionaria entre 1923 y 1924.
Fuente.
Archivo General de la Nación: ramo Obregón-Calles, año 1923, expediente 818, fojas 2-6.
VERGARA Ruiz Gustavo; Rostros de la Revolución Mexicana en el Papaloapan Veracruzano, Comisión del Bicentenario, 2010.
Fotos.
Primera, mural de Fidel Prieto Estrada y compañeros agraristas, salón comisariado ejidal de Tlacojalpan, elaborado por Fernando Lara, fuente Gustavo Vergara Ruiz. Segunda, antiguo palacio municipal de Tlacojalpan, fuente desconocida.